Contrastes y paralelismos | Por Lourdes Justo Adán

Mis lectoras y lectores me han comentado que perciben ciertas conexiones entre mis libros Algo muy valioso y El collar de Borlita. Sinceramente, no me sorprende, es más, me alegra saber que han sido percibidas.

En apariencia, pueden parecer narrativas sencillas, pero mirarlas con lupa revela una complejidad insospechada. Ambas publicaciones, aunque de forma distinta, exploran conceptos como el valor y la felicidad, suscitando una perspicaz reflexión sobre ellos.

De modo que, si los álbumes ilustrados te parecen una vía maravillosa para abordar cuestiones humanas -de esas que tocan la fibra sensible y que no siempre son evidentes a primera vista- este artículo es para ti. Analicemos, pues, algunas de las capas ocultas de estas dos creaciones. ¡Comencemos!

Como marco de referencia…

En Algo muy valioso, una persona descubre algo importante en la reja de su casa y, sin revelar qué es, se propone encontrar a su dueño. Para ello coloca un letrero. Al instante, una muchedumbre se agolpa en su puerta, generando así una situación disparatada, pero, a la par, cargada de significación.

El collar de Borlita es la vida de una oveja feliz. Cierto día, sin explicación alguna, le cuelgan un collar con una ruidosa campanilla. A partir de ese momento, otros miembros del rebaño empiezan a mirarla en un tono inusual. Incluso observa con desconcierto que, arrastrados por un implacable proceso de mimetismo, la evitan, la devalúan e ignoran hasta aislarla. Estamos ante un ejemplo flagrante de maltrato psicológico, orquestado por sujetos caracterizados por su ansia de dominio y control.

Interpretación inicial

En el primer álbum, por un lado, se observa cómo la gente se aferra a posesiones triviales -reverberación de un enorme vacío interior- para no enfrentarse a la raíz de su vacuidad. Es el grito silencioso de una necesidad (de amor, aceptación o aspiraciones) que no ha sido satisfecha y que intenta ser compensada con la transitoriedad de los placeres fugaces.

Por otro, evidencia cómo los oportunistas aprovechan hábilmente cualquier ocasión para obtener beneficio, sin tomar en cuenta las implicaciones éticas de sus acciones. Tristemente, este comportamiento es el reflejo de una oscura faceta humana. Sin embargo, en este punto crucial, la historia nos muestra una luz de esperanza: un niño es quien, finalmente, se convierte en catalizador de un giro en la trama, aportando una lección invaluable: mientras él logra encontrar lo que anhela, los demás, siguen atrapados en un ciclo interminable de búsqueda y decepción.  

En el segundo álbum, se aprecia cómo en las dinámicas de poder, existen individuos carismáticos, aunque sorprendentemente inseguros, que se sirven de su magnetismo para convertir a su víctima en un chivo expiatorio.  En la urdimbre se desgranan, además, otros fenómenos tóxicos como el infundio, la triangulación o la indefensión aprendida. Llegados al punto álgido, nuestra protagonista rebasa el límite extremo del agotamiento y toma la valerosa decisión de alejarse, aun siendo consciente de que la campanilla de la difamación sonará allí donde vaya. La ampara su notable habilidad para sobreponerse a las adversidades y crecerse ante las mismas. Es cuando en el texto se disciernen nociones como la resiliencia, el contacto cero y el crecimiento personal.

… Y plantea una duda abierta: ¿fue el collar lo que la convirtió en una ovejita diferente o ya lo era y por eso se lo pusieron? Es una pregunta que mete el dedo en el ojo a quien se resiste a aceptar que hay personas atropelladas por otras sin escrúpulos, las cuales incluso celebran el daño emocional que causan en su afán por imponer su voluntad.

Hondo cariz filosófico

Estamos frente a dos obras que invitan a meditar sobre cuestiones inherentes a la condición humana. Sin embargo, no todo el mundo se enfrentará a ellas a lo largo de su vida, o, al menos, no de la misma manera. Algunos transitan sin cuestionarse su identidad, sin enfrentarse a dilemas morales significativos, o, tal vez, sin conocer el amor o la pérdida.Pero aquellos que sí lo han hecho, saben lo que es la soledad y desconsuelo. Suponen, por tanto, una llamada en el hombro advirtiéndonos que, a pesar de que las vivencias sean muy personales, constituyen una realidad universal. Por ello debemos empatizar con quien sufre, ya que nadie está exento de padecer aflicciones similares. Dicho esto, seamos optimistas… Las luchas más arduas son las que forjan nuestra mundología.

Búsqueda de la felicidad

Existe otra interconexión subyacente. En Algo muy valioso, los individuos sienten un desasosiego que rechazan activamente: han perdido algo que los hace sentirse mejor, más completos, y lo buscan denodadamente. Podría interpretarse como una poderosa metáfora de la búsqueda de ese codiciado bienestar interior: la Eudaimonía, como diría Aristóteles. En El collar de Borlita, la oveja experimenta el desdén de su entorno y se aleja de él, a la zaga de la dicha que pretendían arrebatarle. Este alejamiento es una reacción contra el agravio recibido y, al mismo tiempo, en pos de un contexto más acogedor. 

Interior/exterior

Quienes buscan la felicidad en objetos externos conviven con un permanente estado de descontento debido a la naturaleza efímera de estos bienes. En cambio, la ovejita la encuentra en sí misma, la lleva consigo a donde va; simplemente, rebrota alejándose de la influencia negativa que le rodea. Estas dos perspectivas contrastantes nos instan a realizar introspección acerca de dónde la buscamos -en nosotros mismos o en el exterior-  al tiempo que nos invitan a reconsiderar nuestras prioridades.

Material/inmaterial

Es cierto que los dos protagonistas tienen un momento de vulnerabilidad, pero lo manifiestas de manera diferente. Unos tienen una sensación de insuficiencia proveniente del extravío de un objeto material, en tanto que otros, de la pérdida de algo inmaterial. A pesar de esto, todos buscan activamente sobreponerse, lo que refuerza la idea de felicidad como aspiración colectiva. Esta búsqueda se ve aún más condicionada al considerar el ambiente, que en sendos casos resulta frustrante, capaz de poner a prueba cualquier resiliencia.

No hay un camino único

En última instancia, tanto uno como el otro llegan a un estado subjetivo de plenitud, aunque cada quien por rutas distintas, dependiendo de sus circunstancias, y a través de una inmensa diversidad de estrategias. No existe, pues, una vía predeterminada.

Naturaleza intrínseca del valor

Esta cogitación de calado es explorada en cada relato. La oveja mantiene su valía inalterada. La campana no le impide seguir siendo apreciable en sí misma, independientemente de cómo la vean los demás, y lo demuestra en cada paso que da. Por su parte, el niño emprende la búsqueda de ese algo cuyo mérito no está determinado por la percepción externa. En consecuencia, es persistente e ignora a esa multitud para la cual lo importante es lo anodino. Es una exhortación a replantearnos si de verdad percibimos y luchamos por cosas de genuina estimación.

Temas universales y atemporales.

Son ejemplares de gran enfoque filosófico, que tratan temas trascendentales presentados en formato accesible. No obstante, al igual que un iceberg, la mayor parte de su significado yace bajo la superficie. Aun así, son perfectamente aptos para cualquier edad, ya que ofrecen varios niveles de interpretación. Sus ilustraciones no solo añaden belleza visual, sino que también enriquecen el mensaje.

En definitiva…

Estos libros nos ofrecen la oportunidad única de sopesar lo que realmente debe ocupar un lugar central en nuestras vidas, lo que merece ser preservado. Asimismo, nos invitan a mirar más allá de lo aparente y a cuestionar nuestras prioridades, revelándonos dónde yace la auténtica riqueza.

Lourdes Justo Adán

Especialista en Educación Infantil, en Educación Primaria y en Pedagogía Terapéutica. 

Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación.

Orientadora Escolar.

Docente.

Escritora. 

Columnista. 

Coach de víctimas de maltrato psicológico.

Bloguera: https://lourdesjustoadan.blogspot.com/

E-mail: nubeluz174@gmail.com

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