Una breve entrevista con Ángela de la Fuente

Angela de la fuente

1. Ángela, ¿cuándo descubriste tu pasión por la escritura y cómo ha evolucionado a lo largo de los años?

Mi pasión por la escritura te diría que se hizo consciente a mis quince años, aunque desde pequeña me gustaba escribir. No sé exactamente con qué edad, pero con no más de once años escribí un cuento. No valdría nada el cuento, evidentemente, pero fue algo que hice porque me apetecía. Además, recuerdo disfrutar mucho de las actividades de escritura de Lengua y Literatura en el instituto. Con 13/14 años empecé a escribir prosa lírica, por llamarla de alguna manera, y fue a partir de los quince cuando me aventuré con la poesía. Al final llevo casi diez años escribiendo poesía, y me alegro que esos diez años en mi poesía se manifiestan, porque si no, me preocuparía. Creo que a día de hoy, mi poesía es más versátil; toca más temas, más géneros, más palos, más formas, más estilos. Las emociones tratadas también se vislumbran desde una perspectiva más adulta, más compleja, no tan simplista. Al final yo he cambiado mucho en estos diez años, y así he hecho con mi escritura, puesto que casi siempre escribo sobre mí, sobre lo que me pasa y sobre lo que siento. Por eso siempre digo que cuando alguien lee mis poemas, me está leyendo desnuda, porque mi poesía es un fiel reflejo de lo que soy. 

2. Tu obra ‘Antítesis’ aborda temas muy personales. ¿Qué tan difícil o liberador fue para ti plasmar tus experiencias y emociones en este libro?

Para mí hablar sobre mis emociones es algo que no me ha costado mucho nunca especialmente. En ese sentido, para bien o para mal, soy muy transparente. Sí, he tenido épocas en las que he podido ser más o menos directa, en las que he podido camuflar más o menos mis sentimientos según para qué o quién, pero yo no soy de las que callan, y menos ahora. No obstante, aunque para mí escribir es también «hablar» sobre mis sentimientos, enseñar mis emociones escritas a modo de poema sí me daba vergüenza. La primera persona a la que enseñé uno de mis poemas fue a la pareja que tenía, en ese momento, con quince años, y su reacción distó mucho de la que yo esperaba. Me dio a entender que no había nada que decir con respecto a lo que le había enseñado. Y visto desde la perspectiva estilística pensé, «pues no es suficientemente bueno», y desde la perspectiva personal, me dolió, porque el poema era para él. No me ha costado nunca escribir, pero sí hasta cierto punto enseñar. Pero esta sensación en estos años ha cambiado por completo. Sí, es complejo enseñar tus poemas si reflejan cosas tan personales como son las que relato en «Antítesis», sobre todo cuando involucras también a terceros en tus líneas, aunque sea de manera completamente anónima. Pero para mí ya no es difícil, es liberador. Es liberador haberme podido quitar este peso de la vergüenza sobre mis hombros. 

3. Como una joven autora, ¿cómo ha sido el camino para encontrar tu voz única en el mundo de la literatura?

La voz única total no existe, o eso creo, todos tenemos inspiración y nos basamos en cosas que leemos y en autores a los que admiramos. Somos un «mix» de demasiados elementos diversos. Para mí escribir como escribo no sé si representa una «voz única», pero representa una realidad… Representa a una persona que siente. No creo poemas porque quiera «destacar», o sobresalir por encima de nadie, por buscarme un nombre ni un sitio en el mundo. Publicar para mí es algo que hago porque me gusta, pero no es un objetivo, no pretendo con esto nada. Escribo porque estoy viva. Esa es mi voz, la que demuestra que sigo latente en el mundo. Si es o no única, no lo sé, si pertenece a un mundo o no de la literatura, no lo sé tampoco. Lo que sí sé es que me representa a mí, aunque me inspire en diez autores a la vez sin pretenderlo, y aunque nadie me leyera. 

4. ¿Puedes compartir algún momento clave o decisivo en tu vida que haya influido significativamente en tu carrera como escritora?

Al principio sólo escribía sobre personas por las que sentía algo, románticamente hablando. Es decir, sólo escribía sobre amor, y por tanto sobre personas por las que en ese momento sentía amor (o lo que creía que era o podía llegar a serlo). Al final eso reduce bastante el abanico de posibilidades de temas a tratar. Estaba en un bucle de encadenar relaciones que no llevaban a ningún lado, y tras finalizar un, vamos a llamarlo «proceso de relación» con alguien, me di cuenta de que tenía que parar. Emocional y mentalmente esa dinámica me estaba destruyendo. Me abstuve de buscar o pretender estar con nadie, es más, repelía cualquier indicio de alguien a iniciar un acercamiento romántico conmigo. Pero al poco tiempo empecé a agobiarme porque ya no escribía. Al no tener nada que «sentir» para escribir, no sabía de qué hacerlo. Fue entonces cuando para un trabajo de Filosofía nos pidieron hacer una reflexión filosófica y explicar cómo concluiríamos esa reflexión. Mi trabajo resultó ser un poema al que titulé «Sin título» en el que respondía a la pregunta filosófica de: «si tu físico y tu carácter de repente cambiaran por completo, ¿seguirías siendo tú?». En ese poema me deconstruía en todos los aspectos posibles, y respondía a la pregunta al final. A mi profesora le gustó mucho. No caí en la cuenta de que había escrito un primer poema sobre alguien que no fuera otro, había escrito sobre mí. Yo creo que ese poema marcó un antes y un después para mí, creo que me di cuenta gracias a ese poema, aunque más adelante, de que tenía más capacidades y posibilidades para escribir. De que yo también podía ser la protagonista del poema. 

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Angela de la fuente

5. ¿Qué papel juegan la música y la poesía en tu vida diaria y cómo se alimentan mutuamente en tu proceso creativo?

Bueno, en mi vida diaria ambas son dos elementos esenciales, sobre todo la música por la facilidad que hay de escucharla en cualquier momento. Ahora mismo, donde y cuando más escucho música es cuando voy en el coche, el cual cojo prácticamente todos los días. Es verdad que no leo ni escribo poesía a diario ni mucho menos, pero sí que me fijo mucho en la redacción de la gente a la que leo en tweets, posts de instagram… Muchas veces me salen poemas en twitter, y también sigo varias cuentas de libros y de escritores en instagram y twitter, así que estoy en constante alimentación literaria, jeje. Con respecto a mi proceso creativo, la música es un factor clave a la hora de escribir. Casi nunca escribo si no escucho música; no suelo además nunca repetir la canción que he usado para un poema con otro. Soy una persona un poco «obsesiva», y cuando se me mete una canción que me transmite un sentimiento en concreto de manera muy ferviente, me quedo estancada en esa canción varios días, aunque no la escuche. Si en esos días, por x circunstancias, escribo un poema,es cien por cien seguro que utilizaré aquella canción en bucle que tengo para escribirlo. Además, siempre que escribo y creo los versos (hablamos de que mi poesía es casi entera en verso libre) los parto a raíz de una cierta musicalidad que el poema me transmite. Música y poesía son, como a veces digo, mis dos extremidades «extra». 

6. ¿Tienes algún referente literario o mentor que haya marcado tu camino como autora y que admires profundamente?

En mi círculo cercano no he contado con gente que escribiese a excepción de un par de personas: una de ellas dejó de escribir, la otra lo hace de manera muy esporádica y no suele comentarlo. Pero recuerdo a Laura, mi antigua profesora de Lengua de 4º de la ESO, que me instó a seguir escribiendo, y a Ismael Alonso, mi profesor de lengua de 2º Bach y autor de varias novelas y libros de poesía, quien recientemente además me ayudó con la presentación de mi libro, que también fue uno de aquellos profes que te animaban a buscar tu propia voz. Me llevé algo muy rico y bonito de ambos al acabar el instituto. No considero que haya tenido «mentores» como tal, pero sí siento admiración por muchos autores. Aunque no será sorpresa para nadie que me conozca y que lea esto, Sara Búho es mi poetisa favorita de poesía contemporánea. Es probablemente la autora en la que más puedo llegar a inspirarme. Siento admiración por el lenguaje de Shakespeare, la emoción de Salinas, la fuerza de Gil de Biedma, la sensibilidad de Dickinson… Con muy pocos autores he dado que no me hayan transmitido nada. Todo aquel que es capaz de que subraye con lápiz en la hoja alguno de sus versos, es motivo de admiración para mí. 

7. ¿Cómo manejas los momentos de bloqueo creativo y qué técnicas utilizas para superarlos?

Los bloqueos creativos para mí no suponen mucha preocupación puesto que he vivido varios. También he tenido que entender que para mí escribir poesía es un proceso de autorregulación emocional, y que si durante un tiempo estoy estable y mi vida es tranquila, y no me encuentro especialmente vulnerable durante una temporada, lo más probable es que no llegue a escribir nada. Eso no quita que no sienta, simplemente, que no llego en ese momento al punto de canalizarlo para entenderlo porque no me «sobrepasa». Al principio esto me daba miedo, como he comentado un poco anteriormente, pero ahora he aceptado que es algo normal. Ahora bien, soy una persona muy sensible. Es raro que no escriba nada en más de 3 meses… Lo máximo que he estado han sido 6, si no recuerdo mal. Si llegara a pasar el bloque de esos 6 meses, quizá sí me preocuparía, pero porque es relativamente fácil sacarme una lágrima para bien o para mal, o conseguir que se me ablande el corazón. 

8. ¿Qué lecciones importantes has aprendido sobre ti misma a través de la escritura de ‘Antítesis’ y cómo te han impactado tanto personal como profesionalmente?

«Antítesis» para mí fue el concepto del renacer. No tanto por lo que se cuenta, que también se puede leer, sino por lo que para mí ha supuesto en sí. El título es completamente ilustrativo en todos los aspectos, es la «Antítesis» de lo que conocía del amor, de lo que conocía hasta antes de ese libro sobre mí misma, la antítesis de lo que yo era, la antítesis del amor que me han dado, la antítesis de mi anterior libro en todo aspecto posible… Con «Antítesis» he aprendido, tal y como pone en la sinopsis dos cosas muy importantes: la primera de ellas, que amar a alguien no nace de una necesidad de tener a esa persona, sino de una voluntad de querer conservar a la misma; amar es el respeto por esa persona tanto como te respetas a ti mismo. Y la segunda, que lo más importante es aprender a quererse a uno mismo. Buscar amor a través de otra persona para olvidarte de la falta del mismo hacia ti, en mi opinión, siempre dará lugar a error. Con «Antítesis» he descubierto que soy muy capaz, y muy válida. Capaz y válida de amar y para ser amada. Y capaz y válida de conseguir lo que me propongo: estaba ya casi convencida de que «Antítesis» existiría sólo como un documento PDF, hasta que de repente Cuadranta Editorial quiso contar conmigo. Soy válida para ser leída, soy capaz de conseguir que alguien apueste por mí. 

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